miércoles, 27 de diciembre de 2006

LA CEIBA DE LOMA DE CABRERA

 Son las siete de la mañana, a lo lejos canta el gallo y los perros ladran anunciando la mañana, un café con casabe y al camino, como cada día hacia la escuela del pueblo, la cual estaba exactamente a dos kilómetros de la casa, es decir había que caminar cuatro kilómetros diarios para ir a ella, y nunca sentíamos ningún deseo de no ir, era una alegría constante esperar la mañana para salir. No había màs de 20 familias en la Ceiba, y todos los adolescentes de la comunidad caminábamos juntos hacia la escuela, a veces algunas peleas, pero siempre hubo armonía entre todos. Recordaré los nombres de las familias de la Ceiba comenzando por la mía que era la casa de doña Naty, la casa de Bautista, la casa de doña Rita, la casa de don Fano, la casa de Luís franco la casa de Moncito, la casa de Aurelio la casa de doña Chea, la casa de Mené, la casa de los Torres, doña Maria y Tití, la casa de doña Fonza, la casa de Ulises, la casa de Marino y Doña rosa, la casa de Anita y José Cava, Compay Torres y doña Filo,